Pocos son los hogares que no cuentan entre sus cuatro paredes con algún elemento decorativo fabricado con vidrio. Este es un material muy empleado en la fabricación de piezas que pueden servir para decorar. No sólo es visible en ventanas, también podemos apreciarlo en encimeras, cristalerías o muebles. Además, otros complementos como fruteros, licoreras, ánforas, candelabros, vasos, copas, vinagreras, jarrones o jarras están fabricados con este material.
Los vidrios más apreciados son los de Bohemia y los de Murano, aunque desde la Real Fábrica de Cristales de La Granja, en Segovia, aseguran que los cristales hechos artesanalmente en nuestro país no tienen nada que envidiarles. Esta manufactoría se encarga de elaborar reproducciones de cristal utilitario y decorativo, utilizando procesos artesanales de producción que datan del siglo XIII, con las cañas de soplar y los moldes.
Técnica del soplado
El mundo del vidrio cambió por completo cuando se empezó a utilizar la caña metálica. Con una longitud que ronda el metro y medio y con una embocadura para soplar en un extremo y un ensanchamiento en el otro, ayudó a que se pudieran crear formas muy extravagantes en vidrio hueco.
El crisol es la pieza fundamental. Se trata de un recipiente de material refractario que se encuentra en el interior de un horno. Este se encarga de contener el vidrio a altas temperaturas, con un máximo de 1.550 ºC. Hay dos métodos para elaborar las piezas: uniendo nuevas postas a la original modelándolas para conseguir el diseño deseado o dando forma de pera a la ampolla, es decir, introduciéndola en un molde de chapa o fundición de hierro con la forma que se busca.