Hay veces que uno encuentra sin buscarlos pequeños tesoros con los que decorar. A mí me ha pasado. Me ha ocurrido que, deambulando por alguna de mis tiendas de decoración favoritas, he descubierto algún objeto que no pretendía encontrar, pero que me ha llamado poderosamente la atención. He comprobado que, en esos casos, más vale estar alerta y no desaprovechar la ocasión, porque puede que estemos ante todo un acontecimiento.
Algunas de esas piezas que encontré por casualidad, y que me llevé a casa porque su precio era ventajoso y algo me decía que tenían posibilidades, han resultado ser los objetos que más me gustan de todos los que hay en mi casa. Eso podría ocurrir con este jarrón de cristal verde botella, bastante soso y sin gracia, pero que promete mucho.
Cambio de look
Tanto es así que con un poco de pintura puede convertirse en un objeto lleno de glamour y originalidad. Una nota amarilla para dar luminosidad a cualquier rincón oscuro.
Para empezar, si os habéis hecho con un jarrón parecido, comenzad por lijar suavemente el cristal, de forma que la pintura se fije mejor. Después, buscad un sitio adecuado, y rociad todo el jarrón con imprimación en spray. Conviene dar dos capas. A continuación, aplicad dos o tres capas de pintura de color amarillo intenso, también en aerosol. El jarrón se convierte por arte de magia en algo luminoso y especial…
Una nota rústica y natural
Después llega la segunda cuestión: cómo decorar el jarrón. ¿Con flores? ¿secas, frescas…? No. Las ramas aportan un toque rústico que decora por sí mismo. Y para darle más elegancia, lo mejor es lijarlas y aplicar después dos manos de pintura blanca brillante. En cuanto las pongáis en vuestro recién renovado jarrón, os daréis cuenta de que habéis acertado de pleno.