Los detectores de humo son capaces de descubrir el fuego a través de algunos de los fenómenos que suelen acompañarlo: gas, humo, temperatura visible o infrarroja, etc. En función de eso, podemos encontrarlos en el mercado de dos tipos:
Ópticos o fotoeléctricos
Están compuestos por un emisor y un receptor y son capaces de detectar el humo gracias a los efectos que éste suele provocar sobre la luz. Si detectan el humo por oscurecimiento será gracias a un rayo infrarrojo, mientras que si lo detectan por la dispersión del aire en un espacio los conoceremos como puntuales.
Por ionización
Son capaces de detectar partículas que son muy pequeñas como para influir en la luz. Funcionan por sensibilidad a la humedad, las partículas suspendidas en el aire y la presión atmosférica. Si hay humo reaccionan al instante y son más baratos que los de tipo fotoeléctrico.
Detectores térmicos de fuego
También existen los detectores térmicos de fuego, que actúan cuando la temperatura que los rodea alcanza un nivel predeterminado. Hay dos tipos:
Termovelocimétricos
La alarma salta cuando la temperatura aumenta más de 8ºC por minuto.
Termoestáticos
La alarma salta cuando la temperatura de un elemento del detector alcanza un valor predeterminado.
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