La pintura plástica es la que está hecha a partir de un medio vinílico o acrílico y pigmento, aunque no hay que confundir con la pintura acrílica ya que no son lo mismo a pesar de que las dos tienen agua entre sus componentes. Se puede diluir en agua y añadirle unas gotitas de tinte para conseguir el color exacto que se desea.
Es un tipo de pintura que va genial para la decoración de interiores y además su resistencia a la humedad es mucho mayor que cualquier otro tipo de pintura, pudiendo además lavar la pared sin ningún problema y sin que se deteriore cuando frotes para quitar alguna mancha, lo que la convierte en perfecta si tienes niños en casa ya que a ciertas edades les encanta pintar en las paredes.
Hay tres acabados para este tipo de pintura y puedes elegirla en brillo, mate o satinado, así que grandes posibilidades para que se adapte perfectamente a tus gustos y a la decoración que ya tienes en tu hogar. Se seca muy rápido y no produce ningún olor fuerte, algo que sí suele ocurrir con casi todas las demás y que puede llegar a ser muy molesto. Las superficies en las que mejor se fija la pintura plástica son el cemento o el yeso.
Para poder pintar con ella tienes que asegurarte primero de que la pared está preparada y lisa para no encontrarte después con ninguna mancha o relieve que sobresalga por encima de la nueva pintura. Su aplicación es muy sencilla y puedes hacerla con un rodillo o con una brocha, dependiendo del tamaño y de las zonas que vayas a pintar. Además, no solo se seca muy rápido sino que tampoco necesitarás darle muchas capas para que quede bien.