Puede parecer una locura, pero este proyecto nos demuestra de sobra que es posible y que si se hace bien, el resultado es excelente. Me refiero a decorar las viviendas con paredes de colores puros e intensos, contrastando al máximo los tonos en los espacios y dándoles una inconfundible personalidad. Rojos, fucsias, amarillos, turquesas… Siempre armonizados por la presencia del blanco impoluto, el mejor recurso para ganar luz y ampliar visualmente los espacios.
Las estancias de esta preciosa casa situada en Lisboa son un ejemplo perfecto de cómo se puede hacer. Gracias a la fuerte personalidad de las paredes de color, los muebles y los cuadros se vuelven casi innecesarios…
400 metros cuadrados a todo color
La casa es un proyecto llevado a cabo por el arquitecto e interiorista portugués Pedro Gadanho. Este profesional es también profesor, comisario artístico y escritor. Es, como os decía, el responsable de la decoración de una magnífica casa de 400 metros cuadrados llamada GMG House, cuya personalidad se acerca mucho a una película de dibujos animados o a la estética más pop de los setenta.
Del siglo XIX… A los 70
En principio, la vivienda era un antiguo inmueble del siglo XIX que sin duda ha experimentado un cambio radical. El arquitecto decidió cambiar la entrada existente y la escalera por un espacio de conexión para las tres alturas, pintando gran parte de las superficies en un alegre tono turquesa. Es solo el comienzo de la diversión: las paredes y espacios continúan desplegando una intensa paleta de brillantes tonos donde todo es posible, y nada está vetado.
Como podéis ver, las claves son: combinar los tonos siempre con presencia del blanco en techos y algunas paredes; dejar los suelos en cálida madera, que armoniza los ambientes y les aporta equilibrio; prescindir de cuadros o adornos en las paredes, y dejar que los colores sean los protagonistas; y reducir al máximo el mobiliario.
Fotografías: © Fernando Guerra, FG+SG Architectural Photography.