¿Es posible amueblar una estancia solo muebles blancos y evitar que quede sosa y aburrida? Por supuesto: en decoración, prácticamente todo es posible. Si vimos que se podían lograr resultados armoniosos empleando colores de máximo contraste (decorar con colores complementarios), en este caso vamos a ver cómo también se puede utilizar el tono más neutro que existe para crear interiores hermosos, dinámicos y para nada aburridos.
Aún podemos arriesgarnos más: vamos a hacerlo dejando también paredes, techos y textiles en blanco. Una apuesta complicada…
Como veis en la foto, es posible conseguir una decoración intemporal, llena de encanto y muy agradable usando este no-color como base. Blancas son las paredes, el radiador, los estores… Y también los muebles. Lo que no es blanco es la alfombra, que muestra un discreto tono grisáceo más adecuado para una superficie que sufre constantes pisadas. En este caso, uno de los consejos más inteligentes para el uso de muebles blancos es la combinación de formas, estilos y acabados.
Si mezclas muebles de líneas rectas con otros más historiados; lisos, con muebles tallados; y superficies lacadas impolutas con acabados deteriorados, habrás encontrado la clave para evitar la monotonía y el aburrimiento. Este interior, con mueble estantería de Living Store, es un ejemplo perfecto de esta práctica. Como puedes ver, el color blanco aumenta la luz natural y amplía los espacios; te aconsejo que reserves los toques de color para objetos y accesorios como libros o cojines.
También es buena idea aportar un contraste discreto y elegante, empleando elementos fabricados en materiales naturales (como la maleta de cuero envejecido, las cajas de cartón y el arcón de mimbre que aparecen en la fotografía). Las plantas también aportan un precioso toque natural a este tipo de espacios: por ejemplo, las trepadoras del estilo de los potos son perfectas para colocar cerca de las ventanas y dejar que caigan por las estanterías.