Cualquier chimenea, sea cual sea el material del que estén hechas, necesita un cuidado especial para que tanto el humo como los gases que emite el tubo del humo puedan entilarse correctamente. Sigue estos consejos para que el mantenimiento de la chimenea sea el correcto:
– Antes de que comience la temporada de frío hazle una inspección completa para ver que todo funciona correctamente. Si crees que no vas a tener la maña suficiente como para hacérsela tú
contrata a un profesional, pero es importante que la inspección sea bien hecha.
– Límpiala regularmente para reducir la creosota, incluso aunque no la utilices con frecuencia. La creosota es un material que se acumula en los conductos de la chimenea y que puede inflamarse y producir un incendio si no se retira periódicamente. Un fuego se enciende con muy poco, así que vigila mucho eso para no llevarte ningún susto.
– La limpieza completa de la chimenea debe hacerse, como mínimo, una vez al año, que lo mejor es que coincida con la inspección para comenzar la temporada con la instalación en perfectas condiciones de funcionamiento y de limpieza. Dependiendo del uso que le des a la misma puede ser recomendable limpiarla dos o tres veces al año, pero esto únicamente si vives en zonas de frío donde la utilizas al menos la mitad del año.
– Si tu chimenea es de mampostería deberías ponerle un revestimiento en el tubo del humo para impedir que la mampostería absorba la creosota, ya que si además hubiera alguna grieta en la misma podría desatarse un incendio con mucha facilidad.
– Si tu chimenea es metálica, comprueba que no está abombada y que no presenta ningún signo de corrosión para asegurarte de que su funcionamiento será el óptimo.
– Asegúrate de que los productos de limpieza que utilizas son especiales para chimeneas, ya que si le pones producto para limpiar la mampostería a una chimenea que es metálica es probable que no te quede bien y además te arriesgas a que pierda efectividad en su funcionamiento.