Los muebles y sofás de cuero dan a cualquier estancia un toque elegante, exclusivo y muy personal. Sin embargo, este tipo de material es muy delicado y requiere de un cuidado especial y constante. Si tienes en tu salón un sofá de cuero tienes que tener especial cuidado en evitar la exposición directa del mismo a la luz solar o lámparas de alta potencia lumínica, ya que de no hacerlo tu sofá perderá progresivamente su color natural.
Es también muy importante que no lo coloques a menos de medio metro de una fuente de calor como puede ser un radiador o estufa, además de no utilizar en su limpieza sustancias detergentes en su limpieza que nos estén aconsejadas por el fabricante. La limpieza del sofá de cuero tienes que hacerla de forma periódica y con un paño suave y limpio. Si descubres una mancha seca en la tapicería elimínala con un cepillo de cerdas blandas, frotándolo suavemente hasta que la suciedad desaparezca.
Ante una mancha de café, leche… lo ideal es eliminar rápidamente el líquido de la superficie absorbiéndolo con un paño seco o un trozo de papel absorbente de cocina. Después frota con cuidado la mancha desde fuera hacia dentro con un paño limpio empapado ligeramente en agua. A continuación seca la superficie con un paño limpio, nunca lo hagas con un secador de pelo o dejes que se seque sola.
Si la mancha contiene grasa, elimínala con un papel absorbente sin presionar en ningún momento sobre la misma. Después con un paño limpio empapado en un jabón especial para cuero (jabón neutro diluido), frotamos suavemente la mancha de fuera hacia adentro y secamos inmediatamente con un paño seco.
Siempre es aconsejable utilizar la menor cantidad de agua posible para limpiar un sofá de cuero para evitar dañar el material e inmediatamente secar la zona humedecida. Si el cuero de nuestro sofá es de color oscuro se recomienda aplicar un par de veces al año aceite de ricino, con ello evitaremos que aparezcan las grietas. Si por el contrario su tono es claro, puedes aplicarle aceite de petróleo o vaselina.