Hace unos días os hablaba de la vuelta a lo tradicional y, hoy, os traigo una idea decorativa que, antiguamente, se utilizaba muchísimo y que, aunque en los últimos años ha caído en desuso, parece que vuelve con fuerza. Os hablo de los frisos decorativos.
Quizás, así de buenas a primeras, no visualizaréis qué es un friso, pero, seguro que enseguida lo recordaréis. Se trata de una cenefa que se aplica en la pared, en la totalidad de la misma o como un zócalo, en madera o escayola y que decora al tiempo que aísla.
Friso no sólo decorativo
Sí, los frisos son principalmente decorativos, pero no únicamente. Aplicar un friso es sencillo y, como comentaba, puedes realizarlo en toda la altura de la pared, sólo hasta mitad de pared, como un zócalo o como una cenefa decorativa.
Actualmente, su uso más extendido es a media pared pues, además de proteger las paredes y dar calidez al hogar, la combinación con pintura crea un estilo muy antiguo y campestre. Aunque no es una decoración que resulte perfecta para toda la casa, pues puede crear un cierto efecto exagerado, sí que encaja perfectamente en determinadas zonas, como la cocina o el pasillo.
Asimismo, el friso puede aplicarse en la totalidad de la pared. Si, por ejemplo, optas por un friso de madera, el efecto puede ser demasiado rústico para la casa pero, si apuestas por un friso de PVC en diferentes tonalidades y le das una orientación vertical, conseguirás un espacio más amplio.
La variedad de diseños y texturas es bastante amplia así que, dependiendo de tus necesidades, es recomendable que escojas unos u otros. En Leroy Merlin encontrarás diferentes modelos y precios, además de un buen asesoramiento. Si quieres cambiar tu casa, apuesta por un friso decorativo.