El recibidor es una parte del hogar que incomprensiblemente muchas veces cae en el olvido. Decorarlo puede parecer innecesario porque suele ser de pequeñas dimensiones. Sin embargo, hay que tener en cuenta que es la primera vista que tendrán de tu casa tus invitados, por lo que es muy probable que se les quede grabada la imagen del mismo cada vez que piensen en aquel día que te vinieron a ver por primera vez.
La buena presentación es fundamental, así como también una rigurosa concordancia con el estilo de decoración presente en el resto de habitaciones. Por muy aparte que nos parezca que está el recibidor, no deja de ser una estancia más dentro del conjunto. Para decorarla puedes tirar de muchos complementos, como por ejemplo un gran reloj de pared, un espejo que cubre toda la pared, un cuadro de un conocido pintor o un jarrón lleno de flores convenientemente seleccionadas dependiendo de la estación en la que te encuentres.
Es importantísimo que haya luz natural. De lo contrario, hay que recurrir a la luz artificial. Evidentemente, no es el lugar más ideal para un fluorescente como sí lo puede ser en la cocina. Aunque muchos se decantan por pequeñas lámparas en forma redonda o cuadrada que van enganchadas en la pared, yo os recomiendo algo más original y atrevido, como una lámpara colgante de diseño que proyecte una luz potente. Claro está que existirán limitaciones en función del presupuesto.
Por último, no olvides elementos tan imprescindibles como un perchero, un paragüero o un pequeño mostrador en el que colocar todo tipo de objetos nada más llegar a casa. Tampoco es mala idea colocar una especie de alfombra que sea como la alfombra roja de Hollywood, aunque con menos glamour y de otro color para no llamar tanto la atención. Eso sí, ésta no servirá para que tus invitados se laven los pies en un día de lluvia, para eso ya está el felpudo de la entrada.