Las paredes de azulejos son las clásicas de los baños y las cocinas, pero hace ya bastante tiempo que se han inventado nuevos revestimientos y soluciones que aguantan la humedad y las limpiezas igual de bien que la cerámica. Desde pinturas súper resistentes hasta materiales innovadores, las opciones son muchísimas. Una de las formas más inteligentes de renovar la decoración del baño y al mismo tiempo, aportar un plus de aislamiento, es revestir las paredes (alguna de ellas o todas) con frisos.
Hoy día hay muchas texturas y colores disponibles. Los acabados en madera son cálidos y agradables, perfectos por ejemplo para lograr un ambiente zen en el baño. Otra ventaja de los frisos es que sirven para renovar los interiores sin hacer obra y sin gastarse un dineral en reformas.
En la fotografía podéis ver un friso de DM forrado en melamina, imitando el acabado de la madera de bambú. Es el modelo Bamboo, perteneciente a la colección de frisos 2012 de Leroy Merlin.. Revestir una pared del baño (por ejemplo, la del lavabo) con este material convertirá la estancia en un abrir y cerrar de ojos, pasando de la fría cerámica a la cálida y luminosa madera. Y no hay que olvidar que los frisos son aislantes además de decorativos, pudiendo contribuir a mejorar la confortabilidad del cuarto de baño.
Actualmente existen sistemas que permiten instalar los frisos de forma sencilla y rápida. De hecho, hay un producto llamado Click it to wall, a la venta en Leroy Merlin, que permite pegar el revestimiento a la pared mediante un práctico sistema de velcro. La instalación más clásica se realiza colocando rastreles de madera en la pared, en sentido vertical u horizontal, y clavando o pegando los paneles del friso a los rastreles de forma que queda una separación entre la pared y el nuevo revestimiento. Esta zona es muy adecuada para insertar un material aislante y mejorar la confortabilidad de las estancias.