Estos dos conceptos parecen completamente antagónicos, ¿verdad? Por un lado, el estilo nórdico se caracteriza por su sencillez, su austeridad y sus líneas sencillas; por otro, el barroquismo nos sugiere curvas, volutas, estampados suntuosos y ricos tejidos. Sin embargo, es posible fusionar ambos estilos para conseguir ambientes llenos de magia, como los de este apartamento situado en París.
En sus antiguas estancias, de altísimos techos y decoración elegante y romántica, los escasos muebles modernos se han escogido con buen gusto y tino para conseguir una decoración muy original.
Luz y contraste al máximo
Decorado por los diseñadores Veronika Demovicova y Juraj Talcic, el apartamento basa su luminosidad sobre todo en el color blanco. Blanco para las paredes, blanco para las carpinterías y los techos, blanco en todas partes. La luz que entra a raudales por los amplios ventanales (un lujo destinado a casas clásicas y ricas, exclusivas y llenas de personalidad) ilumina esta blancura y hace destacar los muebles que contrastan con ella. Por ejemplo, el sofá negro, tan sencillo como llamativo en su contraste.
Suelos en blanco lavado
Como podéis ver, si bien la casa es lujosa como inmueble, los elementos que la amueblan son de lo más sencillo. Fotografías en blanco y negro se apoyan directamente sobre el suelo, para evitar esconder la preciosa decoración romántica de las paredes. Las alfombras de pelo gris se funden casi con el suelo de tablas en blanco lavado (un acierto a mi parecer: este tipo de suelos son originales y amplían visualmente en los espacios), y lo mismo se puede decir de la ropa de cama gris. Y para crear un ligero contraste, el ramo de rosas rojas pone el contrapunto de color en un ambiente por lo demás bicromático.
En estas imágenes podéis descubrir más detalles de este precioso apartamento. Estanterías negras, chimenea blanca… Hace falta muy poco para encontrar el equilibrio en decoración, y este piso nos lo demuestra sobradamente.