La decoración nórdica se ha ganado un hueco en nuestro corazón. En nuestro corazón y en nuestros hogares, sobre todo desde que IKEA la exportó a países como España, donde poco a poco se ha convertido en un estilo decorativo imprescindible.
No sabemos cuánto durará la moda, pero estoy convencido de que todavía le quedan muchos años de vida. Por eso no es mala idea proyectar una revolución en tu hogar atendiendo a detalles como los que menciono a continuación. Quédate con lo que te cuento, pero activa todavía más tu mente echando un vistazo a las fotografías. Nada te inspirará más que ver lo que han hecho otros amantes del estilo scandi con muy buen gusto.
Madera everywhere
Es el material por excelencia. Las maderas como la haya, la paulownia o el abedul se llevan la palma. Lo habitual es que se exhiban por sí solas, pero también puedes apostar por una combinación sutil con otros materiales como el metal, el mármol o las fibras naturales. La única premisa será la sencillez.
En cuanto a colores, lo ideal es que la madera sea de una tonalidad clara. Puedes combinar muebles de madera blancos con muebles de color madera. De hecho, incluso puedes combinar el blanco y el color madera en un mismo mueble. Cuestión de gustos.
La importancia de los cuadros
El rey de las paredes cobra protagonismo en la decoración nórdica. De hecho, no solo se exhibe en paredes, sino que también se deja ver encima de muebles y baldas. Lo puedes comprobar tú mismo en las imágenes que se muestran a continuación.
A la hora de elegir el cuadro perfecto, piensa en lo que estás buscando. Si el resto de la decoración es más bien uniforme y parca en alegría, juégatela con colores eléctricos o con una combinación en blanco y negro que no pase desapercibida. Además, no olvides que colocar varios cuadros juntos puede crear un efecto sorprendente.
¿De qué pueden ser los cuadros? De lo que tú quieras, por supuesto. Lo que más se lleva son las letras y los mensajes optimistas.
Un toque de color
El blanco es el jefe de la decoración nórdica por razones que saltan a la vista. Se adueña de los espacios para amplificar la sensación de luminosidad, limpieza y amplitud. Sin embargo, a uno le apetece algo de sal y pimienta de vez en cuando, así que no pasa nada si se añaden colores llamativos.
Para hacerlo siempre hay que recurrir a los complementos, o en todo caso arriesgarse con muebles pequeños como puedes ser una cómoda o las sillas del comedor. Lo más habitual es abrazar el color a través de los textiles, como por ejemplo las alfombras, las mantas o los cojines, aunque también se puede conseguir el mismo efecto con cuadros, jarrones y otros elementos decorativos. En el caso de la cocina, la nota de color se la puede dar un electrodoméstico, como por ejemplo la nevera (no te pierdas el artículo que publicamos sobre las neveras de colores).
Si por el contrario quieres que los colores fluyan sin restricciones, te recomiendo la lectura del artículo que publicamos sobre decoración nórdica con mucho color.
Ante todo, naturalidad
Para terminar, y no por ello menos importante, no podemos olvidar el tema de la naturalidad, uno de los aspectos que va más ligado a este tipo de decoración. Para llegar a ella no hay nada mejor que optar por la luz natural, buscar soluciones de diseño prácticas, introducir muebles y complementos reciclados o dejar espacio para las plantas. Estas últimas, además de naturalidad, siempre aportan frescura. Las puedes colocar encima de la mesita de noche, en el suelo, en la repisa de una ventana, en los escalones de una escalera… Incluso hay quien decide colgarlas del techo o la pared.
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