Utilizar tan solo dos tonos para decorar las estancias del hogar puede parecer algo muy arriesgado. Da la sensación de que el ambiente necesita “algo más”: un toque que rompa la bitonalidad, un detalle que se salga de los dos colores dominantes… Pero lo cierto es que si lo hacemos bien, podemos conseguir un resultado muy impactante.
Los dos tonos que he escogido para este ejemplo son el blanco y azul. Este año, el estilo navy está más de moda que nunca: en la ropa, por supuesto, pero también en las casas. Y qué decir de la vuelta del pop, como en esta preciosa foto…
El blanco y el azul son dos tonos que se llevan de maravilla. Crean atmósferas relajantes y descansadas, que nos llevan a recordar los días del verano, el azul del cielo y del mar, el blanco de las nubes de agosto… Sensaciones agradables y placenteras que es posible recrear en nuestra casa. En el salón que aparece en la imagen se ha utilizado un papel pintado con textura que imita a la pefección las pinturas de estilo rústico (si quieres conseguir el mismo efecto pero con pintura, entra en este post para leer cómo conseguirlo). La irregularidad de la superficie rompe con el plástico liso y brillante de los muebles estilo años 70.
Un acierto en este ambiente es sin duda el suelo de cemento pulido blanco. Se trata de un material industrial que cada vez tiene más admiradores, aunque hay quien se queja de que no es muy resistente… Existe la opción de colocar un suelo laminado que lo imite o incluso uno de baldosas de cuarzo con resinas, como los de las encimeras de cocina de marcas tan populares como Silestone o Corian.
En esta imagen os enseño un detalle curioso, pero muy eficaz. Sobre la pared azul marino se exponen una serie de objetos de color blanco inmaculado, encima de dos baldas con sujeciones invisibles del mismo tono. Puedes pintar cacharros que tengas guardados y que no te gusten demasiado con unas capas de esmalte blanco, para crear un efecto similar: copas, botellas, figuritas, cajas, piezas de cerámica… ¡Incluso libros!