El salón es una de las estancias más importantes de cualquier casa, principalmente porque pasamos mucho tiempo en ella y además es el lugar escogido para recibir a las visitas. Por eso le ponemos mucho empeño a la iluminación, que debe ser lo más acogedora y funcional posible, sin caer en el error de excedernos con la luz y el color, pero tampoco de quedarnos cortos. Siempre conviene ponerse en manos de profesionales y de aquellos negocios con más experiencia, como lámparas Procomobel, para que nos puedan asesorar con lo más conveniente, en función de los metros y de la utilidad que se le vaya a dar ese lugar.
Más allá del número de puntos de luz, hay que reparar también en la correcta distribución de los mismos. Lo adecuado, según los expertos, sería formar un espacio lumínico triangular que cubra la superficie a iluminar. La apuesta suele pasar por una lámpara de techo o suspendida de rincón que aporte luz general en el ambiente, una lámpara de pie junto al sofá y otra de apoyo de sobremesa. A modo de complemento, y en determinadas circunstancias también se podría contemplar la opción de recurrir a unos focos perimetrales para otorgarle cierto protagonismo hacia obras de arte, pero siempre con luz cálida y regulable.
También hay distintas alternativas a las propuestas planteadas, como puede ser reemplazar la lámpara de techo por 4 o 6 puntos de luz, o la de pie por unos apliques de pared. Pero lo realmente interesante es conseguir la combinación de tres alturas de luz, como son el techo, a la altura de los ojos y en otro punto más libre.
Consejos a tener en cuenta para acertar con nuestra elección
Las dimensiones del salón condicionarán de alguna manera los puntos y la distribución de la luz. Pero también hay que tener en cuenta los distintos elementos especiales que pueda haber en este lugar, como puede ser una biblioteca o la presencia de una mesa de comedor. Es preciso que antes de seleccionar esos puntos de luz tengamos claro cómo lo usaremos y que necesitaremos en cada instante.
Como es obvio, no se precisará de la misma intensidad para leer un libro de forma relajada en un sillón que para ver la televisión. Los diseñadores tienen claro que debe huirse en todo momento de los excesos, decantándonos por algo que resulte más agradable y no tan agresivo.
Siempre que sea posible conviene más decantarse por las lámparas que por los focos, además de emplear un sistema de control domótico que ayude a combinar distintas líneas de luz o regular la intensidad en función de la necesidad. No hay que pasar por alto tampoco la luz natural que entra en esta estancia, ya que esto condicionará los sitios y rincones que precisan de un extra.
La función de cada tipo de luminaria
Una estancia puede iluminarse de distintas maneras, pudiendo escoger los tipos de luminarias en función de nuestras necesidades.
Luminarias de techo: se tratan de elementos básicos en la iluminación general, recurriendo sobre todo a las lámparas de techo. Presentan un ángulo de cobertura amplio proporcionando una distribución de la luz más homogénea.
Luminarias de pared: se utilizan como un complemento a la iluminación general y son aprovechadas para ambientar el salón. Son apliques o lámparas de pared que no aportan mucha luz, pero sí que ayudan a aumentar la iluminación en un punto concreto.
Luces decorativas: no son imprescindibles, aunque sí que le añaden un punto de personalidad a cualquier espacio. Es el caso, por ejemplo, de las tiras LED que van en las molduras del techo.
Luces de trabajo: abarca distintas clases de luminarias. Se emplean para tareas concretas como puede ser leer o escribir. Presentan unas condiciones especiales que facilitan una mayor intensidad de luz. En este sentido, las más comunes suelen ser las lámparas de mesa o las de pie.