Los cortocircuitos y las sobrecargas de potencia eléctrica pueden ocurrir de vez en cuando en los hogares o en las fábricas. Esto normalmente sucede cuando la potencia eléctrica utilizada supera a la potencia contratada antes de adquirir la vivienda. Para evitar sustos y no tener que desconectar algunos aparatos que queremos utilizar, es importante seguir una serie de consejos.
Los racionalizadores nos pueden salvar en más de una ocasión. Se trata de dispositivos que desconectan los circuitos que no son prioritarios cuando se produce una sobrecarga eléctrica. Detectando el consumo de cada aparato, son capaces de desconectar algunos aparatos con la finalidad de evitar un exceso de consumo que sobrepase la capacidad contratada. Normalmente, la parte perjudicada suele ser la calefacción eléctrica, pues que esta se corte durante unos minutos no es demasiado incómodo para los habitantes de la casa.
Los racionalizadores son muy positivos porque evitan la interrupción de la corriente eléctrica, lo que hace que los aparatos no se recalienten para que no sufran ningún tipo de deterioro. Con antelación a que un interruptor de control de potencia (I.C.P.) corte la corriente por sobrecarga, son capaces de desconectar el circuito durante algunos minutos.
Si lo que queremos es medir la potencia consumida, los racionalizadores también nos ayudarán a hacerlo. Gracias a un transformador de intensidad y a un medidor de corriente consumida, se podrá detectar la potencia consumida en cada momento para que ésta se frene y no sobrepase nunca la potencia contratada.
Los racionalizadores están situados en el cuadro eléctrico, normalmente detrás del I.C.P. Ningún aparato conectado puede existir entre estos dos dispositivos. Hay modelos universales para viviendas y para fábricas de gran tamaño. Con el paso del tiempo se deterioran y hay que cambiarlos. Pueden funcionar con una fuente de alimentación de 220 voltios o menos y disponen de doble aislamiento para reforzar la seguridad a la hora de evitar un chispazo mortal.