Una casa se va haciendo nuestra a medida que la vivimos. Según vamos pasando más y más tiempo en ella, imprimimos nuestro propio carácter a los espacios. Tratamos de rodearnos de las cosas que nos parecen bonitas. De objetos que no siempre son funcionales, que a veces sólo son decorativos, pero que se convierten en piezas esenciales de nuestro mundo, de nuestra vida diaria.
Eso es lo que me pasa a mí con el jarrón Faceture. Que me parece tan original y bello, que me lo llevaría ahora mismo a mi casa y lo convertiría es una de esas piezas de mi mundo, de las que me gusta rodearme para verlas a diario. Y es que no me digáis que no es precioso.
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