Con el paso del tiempo o por los cambios de temperatura la pintura de una pared se desconcha y agrieta, entonces es el momento de renovarla. Antes de empezar a pintar encima de ella, debemos asegurarnos que el agarre de la nueva sea óptimo, para ello es fundamental retirar las partes deterioradas. La naturaleza de la pared determinará el procedimiento que se debe seguir. Por ejemplo, si la pared es de yeso, la técnica más efectiva consiste en pulir la superficie con una lija de grano fino. En este tipo de paredes, las grietas y fisuras que aparecen también deben solucionarse antes de pintar la estancia: para ello aplicaremos con una espátula un producto sellador, dejamos endurecer y lijar de nuevo para unificar el relieve de la superficie.
En el caso de que la pared o superficie sea de metal o de madera, lo ideal es optar por una solución química que nos ayude a retirar la pintura vieja. El más utilizado es el decapante, un producto de composición cáustica que quema y destruye los materiales. Se puede comprar en formato líquido, destinado sólo para superficies horizontales, y en gel, para utilizar en planos verticales. En cualquier caso, debes saber que este producto es altamente tóxico y por lo tanto exige ciertas medidas de seguridad para su aplicación. El lugar de trabajo debe estar ventilado. Las gafas protectoras, la mascarillas y los guantes de goma son imprescindibles.
Para finalizar la preparación previa, es recomendable aplicar una capa de pintura selladora sobre la superficie. Este proceso se conoce como imprimación, su finalidad es tapar los restos de imperfecciones, proteger la superficie y mejorar el agarre del nuevo acabado. Su proceso de aplicación es similar al de la pintura y cuando esté seco, ya podemos pintar de nuevo toda la pared.