El fin de semana pasado me hicieron un regalo que me hizo una enorme ilusión: un biombo. Siempre he querido tener uno: me parecen unos elementos muy decorativos y con un encanto indudable. El mío es de madera tallada y acabado en blanco envejecido… Una belleza. Pero ahora viene la pregunta del millón: ¿dónde lo pongo?
Al principio confieso que me agobié un poco, ya que mi casa no es grande y no hay muchos espacios que separar. Pero luego, investigando en libros, revistas e internet, he descubierto que los biombos se pueden usar para muchas otras cosas.
Con espejos, para reflejar la luz
Esta fotografía fue una de las que más me gustó, de todas las que encontré en mi búsqueda. Como podéis ver, en ella el biombo no se usa para separar sino para decorar un rincón. Y lo mejor de todo: como está panelado con espejos, refleja la luz y el paisaje de la ventana frente a la cama y se convierte en una “ventana gemela” que duplica la luminosidad de la estancia. En la imagen que abre el post, por otra parte, el biombo de hierro de la derecha (un diseño de Maisons du Monde francamente espectacular) sirve simplemente como elemento decorativo, en un ambiente lleno de buenas ideas vintage. Además, los biombos también quedan genial como cabeceros de cama.
Estilo vintage y blanco sencillo
En esta siguiente imagen, el biombo escogido es un original diseño con paneles forrados de un papel que imita lomos de libros. Podéis haceros vuestro propio modelo con tableros de DM de 12 mm de grosor, papel pintado similar y bisagras de doble apertura. Para terminar, en la última foto sí se ha empleado el biombo, en este caso un atractivo y sencillo diseño blanco, para separar la pequeña habitación habilitada en esta buhardilla de la zona dedicada al salón. Da igual el uso que le demos: decorativo, funcional, estructural… Un biombo siempre aporta clase a una estancia.