Llega el verano y quien tiene un jardín o terraza comienza a pasar gran parte del tiempo allí para poder disfrutar de las buenas temperaturas. Los muebles de exterior suelen sufrir bastante con las bajas temperaturas en invierno, así que para que estén perfectos en esta época del año hay que darles unos cuidados especiales. Los materiales tradicionales en lo que respecta a muebles de exterior son las fibras naturales (con el mimbre como opción más clásica), el hierro forjado y el plástico, aunque hoy en día hay muchísimos materiales más. Toma nota de estos consejos para cuidar los muebles de exterior:
– Mimbre, rattán y fibras naturales: son los materiales que más se deterioran, aunque bien cuidados pueden durar mucho tiempo. Los trenzados a base de estas fibras pueden limpiarse con un cepillo de cerdas naturales duras y agua con un poco de jabón neutro, en donde habremos vertido un chorrito de amoniaco. Para protegerlos, se deben barnizar con un barniz de poro abierto para exterior rebajado con aguarrás, bien extendido y aplicado con una brocha de cerdas duras. Y si lo que queremos es pintarlos o renovar la pintura estropeada, lo más adecuado es emplear pinturas en aerosol que alcancen a todos los rincones.
– Muebles de hierro: son unos clásicos intemporales y las formas de los antiguos resultan muy decorativas. Si están oxidados hay que limpiar las zonas atacadas con petróleo y estropajo verde o un líquido desoxidante, y después aplicar un producto transformador de óxido. Estas superficies se pintan con pinturas para exterior del tipo DTM (directas al metal, es decir, sin imprimación).
– Maderas tropicales: para recuperar el buen tono de los muebles de teca, merbau, iroko y demás maderas exóticas, basta con aplicar un aceite natural, muchas veces derivado de las propias maderas (aceite de teca o mezclas). Hay que procurar secar bien la madera cuando llueve y guardarlos a cubierto.
– Plástico: los muebles de plástico aguantan muy bien la intemperie, pero con el tiempo terminan por perder su aspecto brillante y se vuelven blanquecinos. Existen productos que renuevan su superficie (quizás no del todo, pero sí en gran medida).