Para poder alicatar una pared, debemos asegurarnos de que reúne varias condiciones. El alicatado es un tipo de revestimiento bastante pesado, por lo que el tabique sobre el que se vaya a colocar debe ser consistente para soportar la carga, estar perfectamente nivelado y sin irregularidades en la superficie. De lo contrario, seguramente los azulejos no se agarren. Además, si la pared está pintada y su estado de conservación es malo, conviene retirar el revestimiento antiguo.
En un alicatado viejo, no siempre es necesario quitar todos los azulejos (repicar), pero sí que debemos pulir la superficie para que la adherencia de las nuevas piezas sea buena. Cuando el acabado es brillante, se recomienda pasar una luja para que la superficie quede rugosa y los azulejos se enganchen de forma óptima. Mientras que si es mate, conviene limpiarla a fondo para eliminar cualquier resto de grasa o suciedad que dificulte la adherencia de las piezas.
Efectivamente podemos colocar los nuevos azulejos sobre una pared ya alicatada. Sin embargo, hay que asegurarse de que es robusta. De lo contrario, se corre el riesgo de que no soporte el peso y el resultado sea un desastre. Lo ideal es examinar la superficie para localizar piezas en mal estado y con cuidado retirarlas, sin dañar otras que estén alrededor.
Respecto a los tipos de cola de alicatado, deberemos comprar la más adecuada, para ello deberemos saber la naturaleza del soporte, si es hormigón, yeso o madera. Además de si es para interiores o exteriores, así como las propias características del azulejo, ya que no todos son iguales.