Si os propongo que pintéis vuestro comedor con estos dos tonos, y que encima decoréis el techo en rojo vivo y las paredes en rosa, seguro que pensaréis que me he vuelto loca… O daltónica. Pero como lo voy a hacer con estas fotos por delante, ya sé que esta idea os va a gustar tanto como a mí.
Se trata de darle la vuelta a un comedor que ya era de por sí atractivo, convirtiéndolo en una estancia muy original. ¿Cómo? Pues pintando las paredes y el techo como os he comentado, e integrándolo en la vivienda con toques acertados en la decoración. Vamos a ver cómo se ha conseguido.
Molduras blancas
Algo que me gusta mucho de esta propuesta es que no ha hecho falta cambiar ni un solo mueble, complemento o accesorio de la decoración. Todos pegan perfectamente con el rosa y el rojo; es más, hay algunos detalles, como el espejo dorado, que resaltan mucho más. Y fijaos cómo el rosa de las paredes se coordina con detalles de la entrada o el pasillo, como por ejemplo el fondo de la estantería blanca que aparece en esta foto de la derecha… A la izquierda, un detalle del techo. Para evitar que quede demasiado pesado, la moldura que lo separa de la pared se ha dejado blanca. ¡Un acierto!
Detalles a juego
En la entrada de la casa, situada junto al salón, hay una bonita alfombra blanca y roja que también combina de maravilla con el nuevo comedor. En cuanto al cuadro, la pantalla a rayas rojas y blancas y el taburete del piano, con el nuevo fondo rosa destacan mucho más. Parece que el comedor ha ganado en luz y en estilo. Por cierto, no dejéis de apreciar con qué buen gusto está amueblado: el mueble-bar antiguo, el piano estilo años 60, las lámparas de pantalla negra, las sillas con tapicería blanca y la preciosa lámpara son elecciones inmejorables para este atractivo ambiente.
Fuente y fotografías: Hi Sugarplum.