Cuando viene un niño en camino surgen infinidad de dudas a sus progenitores. Y conforme se va acercando la fecha de nacimiento se ven abocados en una batalla contrarreloj por preparar la habitación infantil. Saben qué juguetes pondrán, donde ubicarán la cuna y la posterior cama, pero a veces la decisión más complicada corresponde a la elección del color de las paredes.
Está sobradamente demostrado que los colores ejercen una influencia en la psique de cualquier persona. Los colores pueden influir en nuestro estado anímico. Seguro que no querrás que tu hijo esté triste o con aspecto decaído la mayor parte del tiempo. Entonces has de intentar que su habitación sea lo más alegre posible.
Rosa y azul para relajar
¿Sabías que el color rosa tiene un efecto calmante y relajante? Pues así es. Generalmente se asocia a la feminidad, de ahí que haya padres que se inclinen por pintar la habitación de sus hijas en este tono.
En cambio el color azul se asocia a la tranquilidad. Cuando el niño es muy pequeño aún, se aconseja que esté en un entorno tranquilo en el que se pueda relajar. Este color es ideal para el cuarto del bebé.
Amarillo para dar alegría
Por otro lado, si tienes un niño que suele estar decaído y no suele reírse con asiduidad, te aconsejamos que le pintes el dormitorio de color amarillo. El amarillo es el color de la luz y dará mucha alegría a la zona. Además, se dice que estimula las capacidades intelectuales.
El verde es también un color que se asocia con la alegría y la esperanza y contribuye a emular a la naturaleza. Seguro que a tu pequeño le gustará tener una habitación así.
Blanco, ¿por qué no?
Tradicionalmente las viviendas se suelen pintar de color blanco y quizá por eso seamos más reticentes a que la habitación del niño sea también de este tono. Pero tenlo en cuenta para una habitación infantil porque el blanco es un color que purifica y estimula. Piénsatelo, siempre puedes combinarlo con unas cenefas decorativas.