La decoración de cocinas abiertas es una de las propuestas de inspiración que guía numerosos procesos de reforma. Sin embargo, las estancias cerradas que crean un entorno independiente no han pasado de moda. ¿Qué ventajas ofrecen aquellas cocinas que no están unidas al salón o al comedor?
1. Ofrecen numerosas alternativas de decoración
Cualquier proceso creativo se alinea con la realidad del contexto en el que se enmarca. Sin embargo, cuando los muebles y las paredes de la cocina se perciben desde otras habitaciones, conviene cuidar de un modo especial la continuidad visual del conjunto. De este modo, la estética del salón o el comedor no determina la composición final de una cocina cerrada que posee su propia entidad.
Aumenta el número de opciones en el diseño del frente de los armarios y en los acabados seleccionados.
2. El desorden no se integra en otras zonas comunes
Mantener el orden en la disposición de la estancia es una meta recomendable porque incrementa el confort en la vida cotidiana. Sin embargo, que la estancia luzca de forma permanente, como en la portada de la imagen de una revista, es un objetivo poco realista. El desorden puede integrarse en diferentes momentos.
Aunque su nivel de protagonismo aumenta cuando se extiende a otros rincones de la casa. Una cocina cerrada evita que este efecto visual se produzca. Por ello, es una propuesta que puede resultar muy positiva cuando llegan visitas inesperadas.
Tampoco se integran otras sensaciones molestas o incómodas, como aquellas que producen algunos olores cuando se extienden más allá de la cocina.
3. Incrementar la funcionalidad de la estancia y de otras zonas próximas
Las cocinas abiertas modifican el conjunto de la vivienda. Amplían sus medidas por medio de la conexión con el salón o el comedor. Con frecuencia, es un contexto que se ajusta a las expectativas de aquellas personas que organizan planes frecuentes en compañía de sus seres queridos. De este modo, no existe ningún tipo de barrera espacial que interfiera en la comunicación y el diálogo.
Sin embargo, poniendo el acento en la funcionalidad, la disposición de una cocina cerrada puede resultar muy práctica a largo plazo. Por ejemplo, si en algún momento utilizas la mesa como un espacio de trabajo, podrás concentrarte plenamente en tu proyecto.
Y el aislamiento de la estancia también repercute positivamente en aquellas zonas que se integran en el entorno próximo. Quienes ven la televisión en el salón no escuchan los sonidos que proceden del cocinado o del uso de diferentes aparatos.
4. Encontrar un espacio para uno mismo
Las zonas compartidas son muy positivas porque favorecen la conexión, la cercanía y el diálogo. Pero es recomendable que el propio entorno propicie el encuentro con los momentos de soledad.
Una cocina cerrada cumple una función que se alinea con las necesidades del grupo familiar. Pero también puede disfrutarse como un entorno personal cuando los seres queridos se encuentran en el salón.
5. El encanto de las cocinas tradicionales
La decoración de las cocinas cambia constantemente. Surgen nuevas propuestas que son un reflejo de la transformación que se produce en el propio estilo de vida. Sin embargo, la cocina también puede convertirse en ese lugar en el que, durante unos instantes, parece detenerse el tiempo. Aquellas recetas que pasan de generación en generación, dentro de la historia de una misma familia, son un ejemplo de la conexión existente entre el pasado y el presente.
Pues bien, las cocinas cerradas e independientes también tienen un toque tradicional. Ha sido la forma de distribución habitual hasta que los espacios abiertos han ganado un mayor protagonismo en las casas.
En definitiva, las cocinas cerradas e independientes son también muy tradicionales.