Aunque en algunos lugares ahora parezca un sinsentido hablar de calefacción, no falta tanto para que tengamos que volver a poner en marcha nuestros radiadores o sistemas caloríficos. Si estáis pensando en renovar o ampliar el vuestro, seguro que estáis un poco perdidos con toda la oferta que hay en la actualidad: gas natural, suelo radiante, bombas de calor…
Una de las mejores soluciones para ahorrarnos la instalación y disfrutar de calor sin arruinarnos, es escoger emisores termoeléctricos. Estos elementos son los sustitutos de los radiadores eléctricos de hace años, aquéllos que solo con enchufarlos ya gastaban un dineral en energía. Hoy día la tecnología ha evolucionado considerablemente, y si se saben escoger y utilizar, en una vivienda de tamaño pequeño-mediano y bien aislada pueden resultar una excelente elección.
Calor seco: poco eficientes
Los emisores termoeléctricos pueden ser de tres tipos. En primer lugar tenemos los de calor seco o de mica. Son carcasas de aluminio que esconden en su interior un panel de mica. Este mineral se calienta rápidamente, lo que permite disfrutar de calor casi inmediato. Eso sí, cuando el radiador se apaga el calor desaparece con rapidez, por lo que son los menos adecuados si queremos controlar el gasto energético.
Los mejores, los cerámicos
Los otros dos tipos de emisores son los de fluido y los cerámicos. Los primeros son muy populares y mantienen el calor mucho más tiempo tras el apagado. Permiten al usuario ahorrar hasta un 20% más que los de mica. En cuanto a los emisores cerámicos (también conocidos como “vulcano”), como podéis ver en este dibujo llevan en su interior un panel cerámico o de piedra volcánica. Estos materiales retienen el calor durante largo tiempo, permitiendo al usuario disfrutar de la sensación térmica durante horas después de apagar el dispositivo. Son, sin duda, la mejor elección disponible.
Fotografías: Climápolis.