Blanco en la decoración


Las modas y las tendencias cambian constantemente y se reciclan de una forma permanente, pero una cosa siempre se cumple: el blanco vuelve una y otra vez para demostrarnos que sigue siendo nuestro color favorito dentro de la paleta de colores.

Su simplicidad, luminosidad y elegancia nos hacen elegirlo como el color predominante o absoluto de nuestros diseños. Gracias a este color podemos distribuir rápidamente los tonos y texturas dentro de un ambiente, nos hace más fácil la decoración y nos aporta una mejor iluminación.

Normalmente lo elegimos porque es la opción más sencilla, para obtener estancias más luminosas y porque es un marco excelente para muebles, textiles y objetos ya que no compite con ellos.

Blanco absoluto


Ya hemos dicho que la elección del blanco como el color base es un acierto ya que a partir de ahí podemos introducir otros colores y materiales. Pero la elección del blanco como color único nos puede traer ventajas y desventajas.

La falta de color en un espacio puede ser demasiado frío y simple, consiguiendo el efecto contrario a lo que queremos. Siempre conviene elegir algún objeto o detalle llamativo con algo de color o texturas de tal modo que rompa la uniformidad y permita lograr una habitación equilibrada y agradable.

Toques de color


El blanco lo podemos combinar con todos los colores, no hay ninguno que no pegue con él. Puede utilizarse con pequeños toques de color, alternando objetos, muebles y telas.

Para hacer una combinación segura lo más fácil es ir a por los colores de tonos claros, neutros, marrones, beige, marfil, crema o arena. Pero si queremos incluir colores fuertes, tenemos que saber que la mejor opción es utilizarlos en pequeñas dosis y sobre determinados objetos o texturas.

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