Hoy en Decoración vamos a dar una pequeña lección de historia, con la decoración como gran protagonista. Y es que, a lo largo de los años, diferentes épocas y acontecimientos han contribuido a la aparición de diversas tendencias y estilos decorativos. Uno de ellos es el neoclásico.
Un estilo que comenzó tras descubrir las ruinas de ciudades como Pompeya y Herculano. Un estilo decorativo que apuesta por los excesos con notables influencias griegas y romanas. Así que toma asiento y ponte cómodo porque en la lección de hoy abordaremos las claves del estilo neoclásico.
Orígenes del estilo neoclásico
Tal y como comentábamos, el estilo neoclásico surgió a raíz de diversos estudios e investigaciones históricas grecorromanas, que se extendieron a las artes decorativas. Y desde su aparición, esta tendencia no ha dejada de captar seguidores.
En la decoración de estilo neoclásico podemos descubrir tres épocas diferentes. La primera de ellas apuesta por espacios eclécticos donde se aprecia la influencia de los Palacios Renacentistas y matices de la antigua Roma y Pompeya. El segundo estilo es el Gran Neoclásico, que surgió cuando numerosos europeos viajaron a Grecia y al Sur de Italia en busca de inspiración y volvieron con sus propias interpretaciones de esta época.
Mientras que el estilo neoclásico más puro podría decirse que es la consolidación de esta tendencia en el siglo XIX. Y, por lo tanto, la más reciente. En este estilo triunfan las líneas sencillas y las formas proporcionadas.
Colores sofisticados
Ahora bien, ¿cómo podemos aplicar todas estas influencias a la decoración en busca de interiores neoclásicos? Al principio del artículo decíamos que este estilo peca de ciertos excesos decorativos. Así que, en cuanto a colores se refiere, triunfan por supuesto los tonos llamativos como el negro, el rojo, el morado y el dorado.
En la práctica, podemos añadir detalles neoclásicos a nuestra decoración combinando una habitación en tonos neutros con pinceladas de estos colores tan lujosos y dramáticos.
Paredes protagonistas
Las paredes también son protagonistas de este estilo. Como se trata de acercar la antigüedad grecorromana a nuestra casa, debemos optar por algún papel pintado con prints de estilo romano o griego. Por ejemplo, flores que respiran antigüedad clásica o bien el elegante estampado damasco.
Las paredes estucadas, las molduras y las columnas son otros detalles que añadirán belleza grecorromana a nuestros ambientes neoclásicos. Así como los suelos y los muebles con efecto mármol, piedra y granito. Es decir, materiales que bien podríamos encontrar en una casa de la antigua Roma o de Pompeya.
Muebles neoclásicos
En cuanto a los muebles, destacan piezas con reminiscencias clásicas como las banquetas en forma de X, las mesas semicirculares, los asientos cóncavos y las sillas con pata de tijera.
¿Has visto últimamente alguna película inspirada en la antigua Roma y en la Grecia clásica? Fíjate en sus muebles, porque además de formas simétricas, triunfan también los materiales de gran calidad como la madera de pino y de roble.
El broche final: los complementos
El toque final viene a cargo de los complementos. Detalles decorativos tan llamativos como las estatuas de mármol y de piedra, los jarrones de estilo griego y las vajillas de plata.
Otro detalle interesante a tener en cuenta es que los ambientes neoclásicos también suelen ser luminosos. Y esta luz procede sobre todo de las superficies metalizadas y de los espejos que visten nuestros ambientes con un irresistible toque glam y lujoso.
En definitiva, una decoración sofisticada, con matices grecorromanos clásicos que podemos añadir a nuestros ambientes en pequeñas pinceladas decorativas para evitar una atmósfera demasiado recargada.
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