Las puertas blindadas son las que se utilizan habitualmente en los comercios y oficinas, aunque cada vez son más los particulares que optan por este tipo de puertas para sus hogares. Cuestan unos 400 euros más que las convencionales, aunque ese plus de seguridad que aportan no tiene precio.
Las hojas que las componen pueden estar fabricadas con madera, metal y aleaciones. Suelen estar recubiertas con una chapa de acero de 2 milímetros de grosor en las dos caras de la puerta. Sus principales características son las siguientes:
– Llaves: Suelen ser computadas, fabricadas a medida para la puerta en concreto. Es muy difícil hacer una copia de las llaves. Una vez instalada la puerta, se entregan 5 copias de las llaves al dueño de la vivienda para que haga el reparto que considere oportuno. Lo ideal es tener un juego fuera de la vivienda, siempre a buen recaudo.
– Cerradura: Suele poseer un cilindro que impide su extracción con ganzúas o taladros. Soporta un peso de hasta 500 kilogramos, aunque eso siempre va a depender del tamaño y el modelo elegido. Lo que se aconseja es colocar una cerradura con doble escudo de seguridad.
– Mirilla o visor panorámico de 180 grados
– Perfiles: Son planchas de acero del interior de la puerta. Estas evitan el empleo de palancas para poder abrirlas.
– Materiales incombustibles: Impiden el paso del fuego, gases, calor y humo. También son buenos aislantes acústicos.
– Bloqueo por los cuatro costados: Cuando se acciona la llave, la puerta queda bloqueada por los cuatro costados. Esto quiere decir que las barras de acero que la forman se mueven al unísono. Una barra va hacia el marco del techo, otra hacia abajo, una tercera hacia el lado de las bisagras y la última hacia el lado de la cerradura. También podemos encontrarlas en el mercado sin la necesidad de que exista el bloqueo por los cuatro costados. Sin embargo, lo mejor es que estén bien bloqueadas.