Con la llegada del frío apetece vestir nuestro hogar para que sea más cálido y nos reciba de una forma acogedora cuando volvemos después de estar todo el día fuera, sobre todo, después del tramo que recorremos desde el transporte público o el coche hasta nuestra casa.
Aunque las alfombras no sólo se utilizan en invierno, lo cierto es que si nuestro suelo no es radiante una buena manera de mantenerlo caliente es vestirlo con estas piezas, que además amortiguan el sonido y decoran nuestros espacios.
La alfombra perfecta
Las tendencias en cuanto a alfombras se refiere han evolucionado tanto como la decoración. Un abanico enorme de tamaños, texturas y colores se abre ante nosotros para que encontremos las piezas que mejor van con nuestro gusto y que cubran nuestras necesidades.
Normalmente, cuando escogemos una alfombra nos guiamos exclusivamente por lo que nos gusta y creo que hay que pensar también en la función que va a realizar. Sí, sé que pensáis que una alfombra es, al fin y al cabo, para cubrir el suelo y dar calidez al hogar pero hay otros factores.
Depende de la zona donde dispongamos la alfombra podemos pensar en cosas como por ejemplo ¿vamos a ir descalzos o es más bien para una zona de paso? ¿Dispondremos muebles encima? ¿Tenemos mascotas o niños? Pueden parecer cosas sin importancia pero, en cualquier caso, hay que tenerlas en cuenta a la hora de elegir.
Si la alfombra es para el salón o la habitación, apostad por una de pelo largo y que sea bastante mullida, pues es probable que muchas veces vayáis descalzos. Si, por el contrario, queréis disponerla en el recibidor o en un pasillo, escoged una de pelo corto pero que tenga bastante base para amortiguar el sonido. Por último, si queréis vestir vuestro comedor os recomiendo una alfombra de pelo trenzado, a medio camino entre el largo y el corto, y que será perfecta para soportar muebles.