A veces nos olvidamos de que las cosas más sencillas son las que pueden aportar más calidez y estilo a nuestro hogar. Las flores son una de esas pequeñas cosas sutiles y omnipresentes a las que no les prestamos la atención que deberíamos. Colocar un centro de flores en una estancia puede hacer que su aspecto cambie radicalmente dando luminosidad, frescura y, como no, aroma. ¡Pon flores en tu vida!
Del centro de la mesa a cualquier rincón
Como todo, el uso decorativo que le damos hoy en día a las flores a evolucionado. Si antes sólo se utilizaban flores naturales y como centros de mesa (ya fuera la mesa del salón o del recibidor), ahora las flores se esparcen por toda la casa.
Soy especialmente partidaria de decorar con flores aunque creo que la única estancia que se debe evitar es la habitación donde dormimos. Por lo demás, el efecto que generan en la cocina, el baño o el estudio es muy beneficioso, tanto para la decoración como para nuestro bienestar.
Mi lugar preferido para las flores es la cocina, dan color y vida, y rompen el aspecto monocromático que suelen tener estas estancias. Ocurre lo mismo con el baño, suelen ser espacios de tonos suaves y lineales y, al introducir un jarrón con orquídeas rosas o unos girasoles, cambia radicalmente.
Flores naturales o artificiales
Estoy convencida de que todos preferimos las flores naturales pero es cierto que son mucho más delicadas y requieren más atención de la que a veces podemos dedicarles. No tiene que ser un problema, podemos optar por flores de tela o artificiales siempre y cuando estén bien confeccionadas. El efecto es el mismo y, aunque pueden ser un poco más caras, la inversión merece la pena pues son duraderas. Un truco para dar un efecto más real es comprar un ambientador específico para la tela y aplicárselo a nuestras flores, desprenderán el mismo aroma y llenarán nuestra casa de color.