El calor aprieta con ganas durante estos días en muchos puntos de nuestro país. Quienes tienen la suerte de tener una terracita, un trozo de jardín o incluso un pequeño balcón, pueden aprovechar para refrescarse gracias a una manguera o tal vez a una bonita ducha de exterior.
Estos artilugios son una excelente idea: se agradecen muchísimo en las horas de más calor (no hay nada que refresque más que una buena ducha de agua fría) y son fantásticas para zonas de playa, ya que nos permiten quitarnos la arena y el salitre antes de entrar en casa… O tal vez, el cloro de la piscina.
De obra, más elegantes
Hay muchos tipos de duchas de exterior. Las tenemos de obra, como la fantástica estructura de la foto que abre este post, que pertenece al patio interior de una moderna casa. Las duchas de obra tienen indudables ventajas: no hay que conectarlas a las mangueras, ya que están directamente conectadas a la red de fontanería general. Son muy atractivas y fáciles de mantener. Eso sí, para colocar una ducha de estas características es necesario tener espacio suficiente e invertir un presupuesto determinado en la obra. Tampoco son muy recomendables para terrazas y balcones, ya que pueden pesar demasiado o alterar el exterior del edificio, creando conflictos con el resto de los vecinos.
En kit, para manguera o hecha por ti
Otra opción son las duchas de madera. Podemos escoger un modelo en kit, fácil de montar y que se puede poner en cualquier lugar. Estas duchas se venden en centros de bricolaje, y para usarlas basta con conectarlas a una manguera. Hablando de mangueras, también hay modelos (como el de la foto de la derecha) que se conectan directamente a ellas y se cuelgan de la pared. Y por supuesto, siempre tenemos la opción más creativa: hacer nuestra propia ducha con troncos, tablas, gresite, piedra… Y dejar volar la imaginación.