Confieso mi debilidad por la gama de los verdes para la decoración, y muy especialmente para el color que Pantone ha designado “color del año 2013”: el verde esmeralda. Asociado con el lujo, la riqueza e incluso con el exceso, este verde cuyo nombre procede de la piedra preciosa del mismo tono es uno de los colores más interesantes para la casa.
Desde luego, no os estoy proponiendo que pintéis paredes y techos de verde esmeralda, de arriba abajo. Una vez más, el acierto está en el equilibrio y la moderación. Se puede incluir este precioso y excesivo color en la decoración sin ningún problema, para lograr ambientes llenos de personalidad: puede hacerse en pequeños toques o en superficies más grandes. ¿Vemos cómo lograrlo?
Mézclalo con blanco y metalizados
El verde esmeralda combina perfectamente con el blanco, las maderas claras y los metalizados. Una habitación con paredes blancas, suelo de madera y mobiliario sencillo agradece mucho la inclusión de elementos en este color, por ejemplo en los estampados, las pantallas de las lámparas, las cortinas o los cojines. O en los cuadros de las paredes. Otra opción muy interesante es pintar las estancias de blanco y reservar una gran pared para pintarla de verde esmeralda, y luego decorarla con un espejo dorado vintage (los de tipo “sol” quedan preciosos) o con fotgrafías en blanco y negro.
Lujo oriental o “césped” en casa
También podéis combinar el verde esmeralda con la gama de los fucsias y rosas. Estos tonos combinan de maravilla si los acompañáis del imprescindible blanco. En los cojines de un sofá crean una atractiva sensación de “lujo oriental”, muy chill out… También se puede usar el verde esmeralda, por ejemplo, en las alfombras o (si sois muy atrevidos) en moquetas: la sensación será de “pradera de césped”, y como veis en la siguiente foto, esta propuesta combina muy bien con paredes blancas y muebles retro en colores vivos.