Cómo escoger la piscina

El sol y el calor nos empujan irremediablemente hacia el agua. En el mar, el río, el embalse o la piscina, los acalorados ciudadanos aprovechamos el verano para refrescarnos a fondo. Por esta razón son tantos los que deciden instalar una piscina en su parcela de jardín, grande o pequeña…

Por un lado están las piscinas que se colocan sobre el terreno, sin excavación. Estos modelos son perfectos para poder disfrutar de nuestra piscina casi de inmediato, ahorrándonos de paso un dinero y pudiéndola cambiar de sitio o trasladar si es necesario. Pero también hay quien decide instalar una piscina con todas las de la ley, a ras de tierra: para ellos va dedicado este texto.

De poliéster, las más populares

Las piscinas pueden ser de tres tipos: de vaso de poliéster, de obra o de paneles. Cada una tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Los vasos de poliéster son sin duda los más populares, principalmente por dos razones: son los más baratos y se colocan en un pispás. En tres o cuatro días podréis estrenar vuestra flamante piscina de poliéster… Ubicadla en un lugar soleado, lejos de árboles que puedan estorbar con sus raíces (y llenárosla de hojas secas), en un terreno libre de tuberías o instalaciones eléctricas y donde la pala excavadora y la grúa que transportarán el vaso puedan trabajar con comodidad.

¿De obra o de paneles?

Hay dos opciones más: las piscinas de obra y las de paneles. Las primeras tienen la ventaja de que pueden ser del tamaño, forma y color que queráis. Se instalan excavando el terreno y forrando luego el fondo y las paredes con hormigón proyectado (gunitado). Después se pueden pintar, revestir con gresite o forrar de líner, un revestimiento de PVC flexible que se adapta al vaso. Por último, las piscinas de paneles son las que se revisten de planchas de acero o poliéster; son muy resistentes y aguantan casi lo que les echen.