La tendencia comenzó en el año 2010, y cada vez está más extendida. Surgió en Gran Bretaña y desde allí se difundió rápidamente por Estados Unidos y el resto de Europa, sobre todo gracias a las tendencias arquitectónicas de vanguardia y a los famosos lofts. Estamos hablando de la decoración conocida como industrial chic, que se basa en ambientes inspirados en el mundo de la industria y todo lo relacionado con él.
Los puntos básicos de este fantástico estilo son sencillos: mezclar materiales naturales, como la madera en bruto, con revestimientos y complementos de inspiración industrial. El cemento, el acero cortén, el vidrio templado y el hierro oxidado son buenos ejemplos.
El contraste también es importante, sobre todo en lo que respecta a texturas y sensaciones. Así, es siempre buena idea añadir textiles confortables y en colores suntuosos, como chenillas, terciopelos o damascos, que crearán una increíble sensación mezclados con el ambiente de tipo “fabril”. Las telas, alfombras y cojines en piel de vaca o con estampados animales, son también una apuesta segura. Por ejemplo, el precioso sillón Trigger Chair de Sweetpea & Willow:
En iluminación, triunfan las bombillas desnudas y las grandes pantallas metálicas, así como los focos estilo fábrica. Para aminorar la sensación de frialdad y desnudez de estos ambientes, los sillones de cuero antiguo con mantas de lana tejida o de mohair vienen en nuestra ayuda. Y para las paredes, escoge grandes cuadros vanguardistas o carteles tipo retro: pósters de cine, anuncios de principios de siglo…
Y para los más atrevidos, una sugerencia: las piezas de estilo barroco crean un contraste impresionante en estos ambientes. Un cuadro con marco dorado lleno de volutas sobre una pared de cemento sin pulir puede ser el centro de atención, al igual que dos candelabros estilo siglo XVIII sobre una mesa de cristal templado y pie de hierro oxidado. Eso sí, los complementos recargados siempre piden espacios grandes, para evitar ambientes abigarrados.