Como en casi todos los ambientes de nuestro hogar, la iluminación es clave para convertirlo en un espacio acogedor. Pero en un dormitorio cobra una importancia espacio para conseguir un lugar confortable que invite al descanso. Lo ideal es colocar varios puntos de luz para distribuirla por toda la habitación, en muchas ocasiones dependerá de su utilidad y los hábitos personales. Podemos conjugar la iluminación ambiental con la luz puntual o un pequeño aplique que nos sirva para leer. Mientras que ideales son unos focos halógenos en la zona del armario o el vestidor.
Para conseguir un ambiente acogedor, debemos pensar en las necesidades. Si compartimos la habitación, quizás conviene evitar una única luz central, puesto que puede resultar molesta para la otra persona. Las típicas lámparas colgantes sólo son aconsejables si el techo del dormitorio es alto. Lo más recomendable en todos los casos son focos halógenos empotrados en el caso de falso techo. La mejor idea es distribuirlos uno al lado del otro y orientarlos hacia las zonas que se quieran enfocar. Sin embargo, este tipo de luz resulta algo fría, por lo que es conveniente complementarla con otros puntos de luz más cálidos como lamparitas de noche. En esos casos, no es necesario que sean potentes, serán suficientes bombillas de 60 W.
Para los que no pueden cerrar los ojos sin leer un ratito antes, es aconsejable utilizar apliques con brazos articulados colocados a cada lado de la mesita. Este tipo de lámparas permiten regular la altura del foco de luz y su intensidad, por lo que son muy prácticas. Si el dormitorio es grande, puedes decidirte por una butaca junto a una lámpara de pie.
Finalmente, en la zona del armario se puede colocar también halógenos o focos de riel. Incluso algunos colocan puntos de luz en el propio ropero para facilitar la tarea de encontrar la ropa o los complementos que se vayan a utilizar. Lo importante es no estar a oscuras y crear un ambiente que invite a relajarse.