La decoración, contextualizada en un lugar, adquiere la forma de un proceso. Un proceso durante el que es posible cometer errores que se superan a partir del aprendizaje y la experiencia. En Decorablog compartimos algunos ejemplos de situaciones que pueden producirse.
1. Tener un plan rígido e inamovible
Una óptima planificación es aquella que posee la flexibilidad suficiente para contemplar otras posibilidades. Un proceso decorativo está acompañado por la búsqueda de inspiración constante. Por ello, es probable que encuentres nuevas fuentes de inspiración e ideas que quieres trasladar a tu propio hogar. Por tanto, mantén la curiosidad durante todas las etapas del proceso.
2. Admirar un objeto sin vincularlo con el contexto
La imagen de un artículo decorativo cambia por completo en función del escenario en el que se enmarca. Las características de la estancia, el estilo decorativo, los colores presentes en la habitación y otros detalles influyen en la composición final. En ocasiones, el propio lugar realza el atractivo de un objetivo decorativo mientras que, en otros, se produce la situación contraria. Conviene no perder de vista la referencia al entorno durante la búsqueda de inspiración en catálogos y revistas especializadas.
3. No anotar datos importantes
La información acumulada durante un proceso de decoración es extensa. La escritura se convierte en una gran aliada para no olvidar datos que desean consultarse con posterioridad. Por ejemplo, de qué catálogo forma parte una lámpara que ha llamado tu atención, una nueva tendencia de decoración o el nombre de una marca que es un referente en estilo nórdico. Aunque creas que recordarás ese dato después de un tiempo, necesitas hacer un mayor esfuerzo para no olvidarlo cuando ese concepto no está escrito en un papel.
4. Vivir el proceso desde la impaciencia
Un proceso de decoración está integrado por diferentes etapas. Y cada una de ellas es importante. Sin embargo, cuando la impaciencia irrumpe de forma recurrente en la experiencia práctica, no disfrutas plenamente del momento en el que te encuentras. Y, por tanto, la impaciencia afecta de forma negativa al plano de la creatividad, la concentración y la atención. La meta final del proyecto marca la dirección principal. Pero, en el camino que te acerca hasta el horizonte deseado, puedes encontrar diversos obstáculos. Los imprevistos son habituales en la transformación del hogar.
La impaciencia añade más dificultad a los obstáculos existentes en el proceso. Por el contrario, la paciencia te ayuda a mantener la calma y, en consecuencia, eleva la resiliencia.
5. No observar las posibilidades existentes en espacios pequeños
Algunas estancias de la casa destacan por su belleza a simple vista. Por ejemplo, una habitación luminosa, amplia y con vistas a un paisaje verde. Ese entorno puede convertirse en protagonista especial del proyecto de decoración. Aunque conviene no minimizar la importancia de otros rincones que, a pesar de tener una extensión reducida, ofrecen múltiples posibilidades desde el punto de vista decorativo. Al menos, contemplan más opciones de las que con frecuencia se valoran en la primera impresión.
La limitación de espacio describe una realidad. Y, por ello, hay que dedicar más tiempo para encontrar la idea que mejor se ajuste al plano.
6. Gastar más de lo previsto
Los excesos realizados durante un proceso de decoración producen consecuencias a largo plazo. Efectos que se reflejan en el plano económico. Así ocurre cuando el propietario del inmueble llega a la conclusión de que ha superado de forma significativa la previsión inicial. Un hecho que puede convertirse en una fuente de estrés.
En definitiva, la decoración del hogar tiene la forma de un proceso que está integrado por diferentes etapas. Y existen errores que pueden producirse durante un camino en el que todas las decisiones tomadas están interconectadas.